La imagen de uno de los científicos más importantes de la historia, el astrónomo danés del siglo XVI Tycho Brahe, me observaba mientras me preparaba para sumergirme en una gigantesca tina de roble llena con 1.000 litros de agua. Nikola Skypalova me asistía, sosteniendo grandes cucharones de madera llenos de ingredientes esenciales para agregar al agua. «Esto es lúpulo: alivia el estrés del cuerpo y también abre los poros», explicó mientras lo vertía en la bañera. «Y esta es levadura de cerveza, que tiene mucha vitamina B y te hace parecer más joven». Estaba en Chateau Spa Beerland, uno de los spas de cerveza más importantes de la República Checa, la nación que dio origen a esta singular tendencia de bienestar en la década de 1980. Ubicado en un elegante edificio histórico llamado U Zlaté Hrušky (En La Pera Dorada) en Praga, aquí es donde Tycho Brahe vivió y trabajó desde 1599. Hoy en día, sus salas de spa de cerveza presentan decoraciones llamativas que van desde vitrales hasta murales astronómicos. Junto a la bañera había un enorme lecho de paja, proporcionando un complemento tradicional checo a la experiencia del jacuzzi con lúpulo. Después del baño, la áspera cama busca estimular aún más la piel y ofrecer una sensación de conexión con la naturaleza. Skypalova completó el baño con varios cucharones de cerveza. No era una cerveza cualquiera, sino una cerveza checa premium sin filtrar, que, al contener sus ingredientes clave como la levadura, conserva altos niveles de vitaminas. Y si alguien sabe de cerveza, son los checos: la nación que más cerveza consume per cápita en el mundo, más del doble que la segunda, Austria. Si piensas que verter cerveza premium en un baño es un desperdicio, aquí hay prácticos grifos que dispensan un suministro interminable de la bebida...
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