Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir». Martin Luther King. Los Héroes Invisibles de la Guardia Civil. En los oscuros pasillos de los cuarteles de la Guardia Civil, dos nombres comenzaron a brillar con luz propia el 19 de junio de 1990: José Morata y Alejandro A. Borja. Como Rosa Parks en el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, estos valientes guardias civiles se alzaron contra un sistema opresivo y rígido, buscando justicia y dignidad para sus compañeros. Su historia, llena de sacrificios y determinación, se convirtió en la chispa que encendió el fuego del cambio dentro de la Guardia Civil. José Morata: El Primer paso José Morata, un sargento con más de quince años de servicio, estaba harto de la opresión y la falta de derechos básicos dentro de la Guardia Civil. Durante años, había visto cómo sus compañeros eran tratados con dureza, sin posibilidad de expresar sus preocupaciones ni mejorar sus condiciones laborales. La estructura militarizada de la institución sofocaba cualquier intento de disidencia, y los guardias vivían bajo un constante clima de miedo y represión. Decidido a cambiar esta realidad, Morata se unió a un grupo de compañeros igualmente comprometidos y comenzó a organizar reuniones clandestinas. Su objetivo era claro: crear un sindicato que representara los intereses de los guardias civiles y luchara por la desmilitarización y la mejora de las condiciones laborales. Así nació el Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC). Sin embargo, el camino no fue fácil. La «Operación Columna», una campaña de represión organizada por la Guardia Civil, estaba destinada a aplastar cualquier brote sindical. En junio de 1990, José Morata fue detenido bajo la acusación de sedición y actividades sindicalistas. Su arresto fue un duro golpe para el movimiento, pero también...
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